¡Oh quel bella Signorina...!" suspiró el otro al encontrarse a la dama de frente en la rue...

"Muuua, muuua..."! el muy ladino le soltó sin más un par de besos en los morros

"¡Me gustaria tener con su señoria un devaneo amoroso, de los que hacen época...!" le espetó sin mas a la bella...

"¡ Oh que Monsieur mas integgesante...!" exclamó para sus adentros la interpelada en la rue, mirando de soslayo al mancebo, ocultando parte de su rostro detrás del abanico comprado como suvenir el día antes del day D. en una tienda de souvenirs.

El otro entretanto se habia hecho con una mandolina y cantaba a grito pelado...

"¡... la piu bella del barrio... la piu gracile del barrio, la piu....!"

La otra, la bella señorita ruborizada a mas no poder, suspiraba y suspiraba y .... no dejaba de suspirar.... ¡Ah que suspiros de les amoureux...!

Es esto estaban cuando pasó por alli un Cobrador de Arbitrios que de forma arbitraría y premeditada se detuvo en seco delante de la escenificación...

"¡Alto, alto..." gritaba... "¡Aquí paga to quisqui... hasta por tocar la mandolina... y no digamos si toca a la señorita...!" ("¡ ya me gustaria a mi...!" se decia a si mismo, a falta de un interlocutor válido, lascivo como era el amigo...)

En un pis-pas le sacó unos cuantos Euros al artista quien se quedo livido, helado... ¡ Eso, eso fue precisamente lo que el de Hacienda se compro en el primer puesto de Ice Creme que encontró para rebajar el calentón que le causó los derrapes de las curvas de la demoiselle

"¡Aqui no se puede tocar ni la mandolina, ni meter mano.. o lo que sea, ni na... a una bella signorina sin que hacienda le de a uno por el c...!" se lamentaba el doncel, mirando al cielo, acción esta de gracias que parecía ser era gratis aquel dia... mientras rebuscaba en el fondo de los bolsillos alguna moneda suelta que Hacienda generosamente había obviado confiscar en su magnanimidad hacia el ciudadano...

La demosiselle estaba que echaba humo, dispuesta a echarse en los brazos del mandolinero

"¡Ooohh mon choux, Ohh mon choux...!" exclamo la bella, mirando al letrado, al cielo, a todas partes para evitar cualquier percance....

"¡Moi, yo querer un toggo, un toro español, muy español...tu ser mon toggo, mon toro...!" decia ella con pasión no disimulada... ávida de nuevos retos y emociones.

El otro pegó un respingo al escuchar la última frase de la letrada... "¡Ese... ese... Montoro...!" decia una y otra vez balbuceando, tembloroso... "¡Ese, ese... es el causante de que no te meta mano, ese ese... !" gritaba, desesperado como estaba el energu-meno o mas...

La demoiselle reflexionaba..."¿Pero que querer decir este mequetreffe a una señoggita fogosa comme me...?"

"¡El ser mon toggo, mon toro bravo... yo no querer que el meter mano... sino otra cosa mariposa...!" reflexionaba y reflexionaba la belle demoiselle...

"¡A esta me la llevo yo al huerto de mi tio... y en el pajar.... Alli ni Hacienda, ni na...!"

Sonreía malévolamente el de la mandolina ante los ojos ávidos de nuevas emociones de la de allende los Pirineos... enfilando el camino de la huerta del tio, donde...

¡... Eso queridos suyos es sin embargo y sin vergüenza otra historieta cani-cular veraniega... !